No entiendo nada... | Historia real

 

  No entiendo nada...

  ¿Dónde me llevan? Hablan raro, como si fuera otro idioma, y no les entiendo.

  Estoy con otros perros, son como yo: Delgados y con la cara alargada. Llevamos horas en un remolque... Solo espero que no me vuelvan a pegar, ni a darme eso que me ponía tan nervioso. Pensé que había terminado cuando me escapé, pero tengo miedo de que él me encuentre.

  Cuando huí me atraparon (y eso que era un gran corredor) y me llevaron a una perrera, me metieron a una jaula solo, pero me trataban bien. Comía todos los días, me sacaban a jugar y nadie me hacía daño. Los chicos eran muy majos, siempre llevaban ropa amarilla y verde. Me prometieron que encontrarían una familia que me cuidaría.

  A ellos sí les entendía, hablaban mi idioma. Me llamo Ozzy, y soy un galgo español.


  Durante varios días vinieron a verme una pareja y un niño. Hablaban con los chicos, me daban cariño y dijeron que me sacarían de allí. Un día vino el chico con un señor de bata blanca, me dijo “mañana nos vamos a casa” y me pincharon. Yo no sabía que era eso de “casa”, pero sonaba muy bien y el chico era muy cariñoso conmigo, además, quería volver a ver al niño para jugar con él. Seguro que estaba en casa esperándome.

  Pasé la noche impaciente, ya llevaba 21 días en esa jaula, y cuando vi salir el sol sabía que era mi día, que todo iba a cambiar.

  Muy temprano vino una chica, pero no era la que solía venir a visitarme con el chico y el niño... No dijo ni su nombre y me llevó con ella. Era dulce conmigo, y parecía que entendía bastante de perros, pero al rato empezó a sonar su teléfono y cada vez estaba más nerviosa. Hablaba con sus compañeros de la asociación y decían cosas sobre la policía, después habló con un chico y le dijo que no me iba a volver a ver... ¿Sería el que me pegaba? ¿Me habría encontrado? Seguía hablando con sus compañeros, decían que yo me tenía que ir a Alemania, que no me iba a quedar allí, que ya estaba firmado y necesitaban el dinero... Esa palabra también le gustaba mucho a él.

  Se terminó mi alegría.

  Después de pasar mucho tiempo encerrado me volvieron a montar en un coche y me llevaron a otra jaula. Al rededor había muchos perros y dos chicas encantadoras, pero ni rastro de la pareja y el niño que me habían prometido llevarme a casa con ellos. Otra vez me habían mentido. No sabía cuánto tiempo iba a estar ahí.


  Tras unas 30 noches más o menos, apareció la parejita. Solo me miraron y se fueron. Ya no me querían. Pasaron de largo y yo me quedé en la jaula. Solo.

  Una hora más tarde llegaron personas vestidas de azul, me pusieron una máquina en el cuello, asintieron y me metieron a un remolque, más pequeño que en el que voy ahora y en el que iba solo. ¡Cuánto viaje!

  Al salir del remolque vi de nuevo a los chicos de verde y amarillo, y me volvieron a meter a otra jaula. Otra vez vuelta a empezar... Nadie me quería...


  ¡El niño! Habían venido a verme otra vez, me alegré muchísimo cuando dijeron que sí me querían, que me habían robado pero que pronto me llevarían a casa al fin, que debían arreglar unos papeles. Parecían muy cansados y asustados, pensé que nunca les habría pasado algo así. Me aseguraron que estaban luchando por estar conmigo, y que además tenían una hermanita para mi, que era igual que yo pero más pequeña y alocada. Ese rato no paramos de jugar y me contaron que en casa iba a vivir muy bien. ¡Estaba emocionado! Tenía muchísimas ganas de saber lo que era eso. Antes de irse dijeron que estaban haciendo todo lo que podían.


  Hace 3 días volvió a venir la chica del teléfono. Me sacó de allí y dijo que no volvería a ver a nadie, que me iba de viaje.

  Y así ha sido. Nadie ha venido a por mi. El niño ya no puede jugar conmigo.


  Voy en un camión con más como yo. Se me está haciendo muy largo, y yo solo quiero llegar a casa.

 

Esta es una historia real. 

Texto de A.V.



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